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4 de marzo de 2024, 4:00 AM

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Manuel Rocha creció en las sombras de su carrera diplomática. Su oscuro trabajo en la primera década del 2000 fue Bolivia. El exembajador de Estados Unidos acaba de declararse culpable de haber espiado para Cuba durante 40 años. El dato no es menor para Bolivia por la influencia que tuvo en la política de Bolivia.

El 30 de junio de 2002. Bolivia estaba en plena carrera electoral. Manfred Reyes Villa era el virtual ganador, pero al final venció Gonzalo Sánchez de Lozada. Y en esos comicios sorprendió Evo Morales, que en las encuestas no pasaba del 5% pero al final fue el segundo. Sánchez de Lozada ganó con casi 22,5%, seguido por Morales con el 21,94% y como tercero, Reyes Villa, con un 20,91%. Solo 721 votos separaban al segundo del tercero.

Cuatro días antes de esas elecciones, Rocha dijo: “Quiero recordarle al electorado boliviano que, si elige a los que quieren que Bolivia vuelva a ser un exportador de cocaína, pondrá en peligro la ayuda de EEUU”. Además, aludió el plan que había entonces para la exportación de gas a California. En esos días, la empresa Sempra Energy había explorado la posibilidad de contar con gas natural de Bolivia.

“No mencionó a Evo Morales, pero no necesitó hacerlo. Todos los electores bolivianos entendimos exactamente a qué y a quién se refería”, recuerda el periodista Robert Brockmann, que era columnista de opinión para el diario La Razón y en el semanario La Época.

Brockmann relata que Rocha invitó a un grupo de periodistas a una cena el 12 de julio de 2002 en la residencia de la Embajada de Estados Unidos. Asistieron, además de Brockmann, monseñor Jesús Juárez, que era obispo de El Alto; Víctor Hugo Cárdenas, exvicepresidente de la República; Carlos Gerke, entonces rector de la Universidad Católica Boliviana; René Mayorga, director del Cebem; Luis Vásquez, entonces presidente de la Cámara de Diputados; Fernando Candia, economista; Juan Cristóbal Soruco, que era director de La Razón; y Lupe Cajías, columnista de La Prensa y que en ese entonces era funcionaria de la Contraloría.

Brockmann dijo que Rocha pidió no publicar sus palabras que salieron de esa reunión. El periodista aclara que nunca lo hizo, pero por lo sucedido ahora se vio obligado hacer conocer las excusas que expuso Rocha esa noche. El embajador explicó el alcance de sus dichos en Chimoré. Trató de justificarse y cuestionó que los medios hayan mostrado noticias como si Estados Unidos habría vetado la candidatura de Morales.

“Quiero decirles que lo que yo dije tiene poco o nada que ver con lo que se me atribuye. Me da una rabia enorme que se me haya hecho decir cosas que no están escritas (mostró el par de hojas del discurso) ni las dije, y que me gustaría contestar a todos, uno por uno, sobre las cosas que dijeron que dije. Voy a leer el discurso en su integridad para que ustedes juzguen y se den cuenta de que no se menciona el nombre de Evo Morales”, les dijo Rocha esa noche. Brockmann lo anotó en su agenda.

Según esos apuntes, el mensaje de Rocha fue el siguiente: “Cuando Evo Morales comenzó su campaña tenía poco menos de un 4%. Comenzó diciendo, en cada discurso que daba, que había un complot de la Embajada de Estados Unidos para asesinarlo y subió a un 8%. Después, agregó a su discurso que si era presidente, expulsaría a la DEA de Bolivia: 12 %. Luego, que expulsaría a la embajada de Estados Unidos: 16% y nadie decía nada. En eso, alguien me dijo, en un almuerzo, que había un 4% de un voto oculto y que lo más probable era que fuera para Evo Morales”.

Brockmann explicó que formó parte del quinto grupo de personas a las que invitó Rocha para explicar sus dichos, “en un período de dos o tres días”. “No sé si fue el último grupo”, aclaró el periodista.

“Ninguno de los presentes se tragó la explicación. Todos atribuimos la gigantesca metida de pata a la tosquedad de un embajador que se apellida como cualquier cochabambino y tendríamos que apañar las consecuencias. Pero ahora que Rocha ha sido acusado de ser hombre de La Habana, todo el episodio adquiere una luz completamente diferente”, dice Brockmann.

Rocha nació en Colombia y se naturalizó como ciudadano estadounidense en 1978. Comenzó su carrera en el Departamento de Estado de Estados Unidos en 1981. A lo largo de las décadas, ocupó diversos cargos en embajadas de Estados Unidos en México, Honduras, República Dominicana, Argentina y Bolivia, donde ejerció como embajador. Sin embargo, el periodo más intrigante de su carrera ocurrió entre 1995 y 1997, cuando estuvo destinado en la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana; sí, justo en Cuba.

Reyes Villa, el actual alcalde de Cochabamba, se considera uno de los perjudicados. El burgomaestre, que en 2002 era el candidato presidencial mejor posicionado, culpó al diplomático de su derrota.

“Veintidós años después de que Manuel Rocha saboteara las elecciones en Bolivia, beneficiando a Evo Morales y perjudicándonos por órdenes de su régimen comunista, cae este personaje nefasto en la historia del país y de América. Probando el grado de manipulación e injerencia de la dictadura Castro-Chavista en la política mundial, un pasaje de la historia que comienza a develarse”, anotó.

Rocha tiene hoy 73 años. Señaló que admitirá su culpa de los cargos federales planteados en su contra por conspiración y por actuar como agente de un gobierno extranjero, en este caso el cubano.

Para muchos en Bolivia, Rocha benefició a Morales en esas elecciones de 2002. Incluso el líder cocalero dijo que Rocha fue “su mejor jefe de campaña”. En los comicios de 2005, Morales llegó al poder con más del 50% de los votos.

El expresidente Jorge Tuto Quiroga manifestó que el Departamento de Estado de Estados Unidos debe disculparse y brindar explicaciones a Bolivia. Señaló, mediante redes sociales, que este caso es una “enorme vergüenza” para el Gobierno de Estados Unidos en América Latina. También pidió que Evo Morales informe cuántas veces y en qué fechas, se reunió en Cuba con Manuel Rocha durante últimos 20 años.

Cuando a Fidel Castro le quedaban 21 días de vida, Rocha llegó de La Habana a Miami. Fue el 4 de noviembre de 2016. Esa fecha del viaje está citada en una acusación criminal contra Manuel Rocha por conspirar y actuar como agente del gobierno cubano. En este caso, desde el mismo corazón de la diplomacia de Estados Unidos.

Entre 2016 y 2017, cuando el FBI ya estaba detrás del caso, el exembajador era el presidente de una filial de la multinacional minera Barrick Gold en República Dominicana. Ya estaba jubilado.

Una revisión de las noticias de la primera semana de noviembre de 2016 muestra que en esos días se realizaba la Feria Internacional de Cuba en la que participaron empresas oficiales chinas de transporte masivo, una industria con la que Rocha tenía relación a través de la empresa consultora de Miami, The Globis Group.



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