10 de abril de 2024, 16:54 PM
10 de abril de 2024, 16:54 PM
El Banco Mundial proyecta un crecimiento económico del 1,4% para Bolivia en la gestión 2024, según el reciente informe presentado este miércoles. La cifra es inferior a las previsiones del Gobierno que, según el Presupuesto General del Estado (PGE) 2024, apunta al 3,71%.
En el documento denominado “Competencia: ¿el ingrediente que falta para crecer”, el organismo prevé que en 2025 el país crezca en 1,5%. En el documento, la entidad destaca áreas potenciales de acción, enfatizando de qué manera aprovechar las políticas e instituciones de competencia es clave para cualquier estrategia con impacto.
La cifra contrasta con las proyecciones del ministro de Economía, Marcelo Montenegro, que en la víspera habló de que Bolivia tiene datos alentadores que alejan la posibilidad de una crisis económica en el país.
Entrevistado por el programa radial Dinero 360, que se emite por EL DEBER Radio, la autoridad explicó que un escenario de crisis se caracteriza por problemas de deflación o inflación descontrolada. Situación que actualmente no se registra en el país.
Hizo notar que, a pesar de la preocupante inflación en naciones vecinas, como Argentina y Venezuela, Bolivia mantiene una inflación acumulada relativamente baja, lo que indicaba una situación menos crítica en comparación con algunos de sus pares sudamericanos.
En tanto que el economista Fernando Romero sostuvo que Bolivia ocupa el puesto N.° 20, de 28 países de la región, con un crecimiento proyectado del 1,4%, el cual está por debajo del crecimiento de América Latina y el Caribe y del promedio regional que es de 3,72%. «Esta desaceleración desde el 2022 y estancamiento desde el 2024 se debe principalmente a temas fiscales, una sobredeuda pública y un déficit fiscal de 11 años consecutivos, que derivó en la actual escasez de dólares y mayor inflación», precisó el analista.
América Latina en coyuntura crítica
De acuerdo al Banco Mundial, América Latina y el Caribe ha llegado a una coyuntura crítica. Si bien en las últimas décadas ha logrado avances significativos en la estabilización económica, el crecimiento se ha estancado, lo que socava el progreso. Se necesitan medidas urgentes para revertir el rumbo.
En este sentido, se prevé que el PIB de América Latina se expandirá un 1,6% en 2024. Se espera un crecimiento del PIB de 2,7 y 2,6 para 2025 y 2026. Estas son las tasas más bajas en comparación con todas las demás regiones del mundo e insuficientes para impulsar la prosperidad. Muchos hogares se encuentran bajo presión debido a que las transferencias sociales están disminuyendo y los salarios aún no se han recuperado a los niveles de prepandemia.
«El bajo nivel de crecimiento, de manera sostenida, no es sólo una estadística económica sino una barrera para el desarrollo. Se traduce en servicios públicos reducidos, menos oportunidades de empleo, salarios deprimidos y mayor pobreza y desigualdad. Cuando las economías se estancan, el potencial de su gente se ve limitado. Debemos actuar con decisión para ayudar a América Latina y el Caribe a romper con este ciclo», dijo Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.
Sobre este tema, el economista Fernando Romero, señala que el crecimiento del 1,6% para la región en 2024 es uno de los más bajos en los últimos años, derivados de una economía no recuperada post pandemia, problemas fiscales, endeudamiento público y la coyuntura internacional con presiones inflacionarias y todavía elevadas tasas de interés.
Los factores detrás de estas cifras incluyen bajos niveles de inversión y consumo interno, altas tasas de interés y elevados déficits fiscales, la caída de los precios de las materias primas y la incertidumbre en las perspectivas de socios importantes como Estados Unidos, China, Europa y otros países del G7. Un escenario global adverso, marcado por tensiones geopolíticas, interrupciones en el transporte a través del Canal de Suez y el fenómeno de El Niño, podría perjudicar aún más las perspectivas regionales.
Desbloquear el potencial de la competencia en las empresas
Para que la competencia funcione como motor de la productividad en América Latina, se debe centrar la atención en mejorar la productividad a nivel de empresa. La evidencia en este informe revela qué tan poco preparados están los países de ALC para competir.
Apenas una fracción ínfima de sus empresas puede sobrevivir a un mayor nivel de competencia aumentando sus inversiones en innovación y mejorando su productividad. Esta falta de preparación también aplica a los individuos.
La baja productividad a nivel de las empresas y la falta de preparación para competir que de esta resulta puede remontarse a una educación de baja calidad, poco acceso a financiamiento y marcos regulatorios inadecuados para la actividad empresarial, entre otros factores.
No obstante, una parte significativa del problema es que las empresas
surgen y operan en un entorno de baja competencia, protegidas de los incentivos necesarios para estar alerta de lo que ocurre en el mercado y priorizar el esfuerzo por mejorar sus capacidades y las de su fuerza laboral.
Tratar de solucionar esta falta de preparación para la competencia intentando limitar la presión de competencia probablemente resulte contraproducente, manteniendo a la región atrapada en un círculo vicioso de baja productividad, bajo crecimiento, y alta desigualdad.
En su lugar, la promoción de una competencia justa y de políticas procompetencia debe acompañarse de un esfuerzo deliberado por poner en marcha políticas de innovación adecuadas y sistemas nacionales de innovación -incluidos mejores sistemas de educación y formación profesional- que sean funcionales, apuntando a elevar la productividad a nivel de empresa y empujar la distribución de la productividad hacia arriba, para que crezca así el porcentaje de empresas preparadas para competir en el plano internacional.