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11 de julio de 2024, 11:00 AM

11 de julio de 2024, 11:00 AM

La trayectoria de Sergio Mier en el mundo del teatro es un viaje de talento, dedicación y constante aprendizaje. Desde sus primeros pasos sobre el escenario hace 32 años, ha evolucionado y consolidado una carrera en el mundo del teatro y la comedia.

Él afirma que los aplausos son vitamina para su corazón y es el mejor regalo de su público. Confiesa que se puede vivir del humor, aunque requiere disciplina y sacrificio, además confiesa que aún no ha logrado sacar del todo el personaje del alcalde de la ciudad.

 ¿Hace cuánto que está en el mundo de la actuación?

La primera vez que me subí a un escenario fue hace 32 años. Y en 2005 tomó fuerza este camino por el que sigo andando, aprendiendo y disfrutando. La primera vez fue para hacer teatro para niños en Chaplin niños, después en la Compañía de Teatro de mi padre “Hombres Trabajando”, luego en espectáculos juveniles, en Chaplin y ahora en Show de Mier, donde también doy clases de teatro.

¿De dónde nace el amor por las tablas?

Los amores, la mayoría, son incondicionales. Supongo que, por mi padre, con extensa carrera en el teatro nacional, y mi madre que también participó como actriz en Casa Teatro. Siempre vi el teatro como una actividad paralela que disfrutaba mucho, hasta que de un momento a otro hubo el flechazo, hice clic y quedé completamente enamorado de ese mundo. Ciudad a la que viajo, aprovecho y me voy a ver teatro.

¿Por qué le gusta ver reír a las personas?

Sí. La risa es una pausa en la vida. Es madurar y entender que los problemas son parte del día a día y que las sociedades más sabias entienden sus errores y se ríen de ellos. Si no nos reímos, seguro volveremos a caer en los mismos errores.

¿Cuando escucha los aplausos, qué siente?

Que vamos por buen camino. Creo que por eso no soy doctor, porque me faltaría el aplauso después de una operación.

¿Alguna vez no se han reído de sus chistes?

Por supuesto. Sobre todo, en redes sociales. La gente a veces ve un video sin mucho contexto y si no le gusta, lo critica. Pero cuando jugamos de local, actuando en el teatro, la cosa es diferente; sabemos que con nuestra hinchada a favor vamos a salir a ganar.

¿Qué lo hace enojar y qué lo hace reír?

Sin que suene a un mandamiento o religión, me enoja la falta de empatía al prójimo. Que no haya respeto ni tolerancia a los demás. Me río con muchas cosas, la verdad. Soy un perseguidor de la risa.

Ver nuestro fútbol me hace llorar.

Una vez fuera del escenario, ¿cómo es Sergio?

Muy parecido a como soy arriba. No soy de enojarme fácil, pero sí me pongo más serio para trabajar. En Show de Mier hacemos humor en serio.

¿Cómo hace con sus personajes? ¿Los estudia, habla con ellos o ve videos?

Para la creación del personaje, se trabaja a partir de la postura del cuerpo y trabajo de espejo, pero para las imitaciones es diferente. Antes que videos, escucho grabaciones. Primero voy al tono de voz y una vez tengo eso, paso a los movimientos. Eso me funciona muy bien.

¿Qué personaje fue el que más le costó sacar?

Al alcalde. Creo que todavía estoy lejos. Lo que me pone alegre y triste. Triste porque todavía sigue el desafío sin conseguirse, y alegre porque no me parezco en nada a él.

¿Se puede vivir del humor?

Claro que sí. Se puede vivir de todo, pero costará mucho tiempo, inversión, disciplina y sacrificio. Esa es la diferencia entre ser chistoso y vivir de eso.

¿Sus hijos le seguirán los pasos?

Los dos tienen un gran poder de asociación, lo cual es fundamental para la improvisación. Por ahora, el mayor dice que será cualquier cosa menos actor. El menor, por el momento, no dice nada, solo nos hace reír y nos regala mucho amor. Ellos serán lo que quieran, mientras sean felices. Tienen mi amor incondicional.

¿Alguna vez se ha aguantado de reír en pleno show?

Sí. Y lo peor es que no lo logro. Me pasa mucho que cuando actúo con Oliver, siempre cambiamos cosas para hacer reír al otro. Y sí, nos reímos y yo soy el tentado. ¡Estamos listos! Él no para y no paramos. Hemos llorado de aguantarnos la risa para seguir el número.



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