Abr 26, 2025 @ 14:03
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En el Plan 3.000, una niña de nueve años se acomoda en el borde de una jardinera de cemento, frente a su casa de ladrillo. Su mamá trabaja como empleada en una casa del centro y su papá migró a Chile, pero no le va como esperaba. A diario, ella y sus dos hermanitos caminan diez cuadras hacia su escuela. Van y vuelven solos. “Lo que más quiero es aprender a leer bien”, dice en tono bajo y con una sonrisa tímida. Su historia, aunque dura, es la de millones de niños en Santa Cruz y en Bolivia, que cargan responsabilidades que no les tocan y que sueñan, a pesar de todo, con seguir estudiando.

En Bolivia, el 47% de los niños vive en situación de pobreza y la mayoría de ellos queda fuera del debate político porque no votan.

En un país que se prepara para celebrar su bicentenario y unas elecciones clave en 2025, Unicef ha lanzado una advertencia clara: la agenda urgente es con la niñez. No incluir a los 4 millones de niños, niñas y adolescentes —el 38% de la población— en los planes de gobierno, es hipotecar el futuro del país.

Pobreza infantil: una deuda estructural

El dato es demoledor: uno de cada dos niños en Bolivia vive en pobreza y uno de cada seis en pobreza extrema. Pero detrás del número hay un ciclo que se perpetúa. “La experiencia de vivir en pobreza durante la niñez es más profunda y perjudicial que en la adultez. Marca todo el desarrollo futuro”, advierte Unicef en su más reciente informe.

Los efectos son múltiples: deserción escolar, malnutrición, trabajo infantil y, en muchos casos, reproducción intergeneracional de la pobreza. Bolivia invierte el 8,7% del PIB en niñez, pero los recursos suelen diluirse en sistemas fragmentados y poco efectivos. Desde Unicef se pide blindar presupuestos sociales para evitar que los recortes fiscales golpeen a los más vulnerables.

Educación sin comprensión: el fracaso silencioso

Aunque el país ha avanzado en cobertura educativa —el 86% de niños accede a la escuela—, la calidad sigue siendo su mayor deuda. Según datos del Observatorio Plurinacional de la Calidad Educativa, 7 de cada 10 estudiantes de tercer grado y 8 de cada 10 de sexto grado no comprenden lo que leen. En matemáticas, los resultados son aún peores.

La brecha entre escuelas urbanas y rurales es brutal. Mientras en algunas zonas urbanas se habla de robótica y programación, en comunidades del altiplano o la Amazonía los niños apenas cuentan con pupitres. “Bolivia invierte bastante en educación (7,8% del PIB), pero no hay resultados claros. El sistema necesita una modernización urgente”, expresó el jefe de políticas de UNICEF, Diego Pimentel.

Niños malnutridos y con sobrepeso: la paradoja alimentaria

La malnutrición infantil en Bolivia es dual y contradictoria. Mientras el 16% de los menores de cinco años sufre desnutrición crónica, otro 10% presenta sobrepeso u obesidad. A esto se suma un dato alarmante: más de la mitad de los niños menores de cinco años tienen anemia.

El desayuno escolar, aunque universal, no siempre cumple con los estándares nutricionales. “Los menús suelen ser repetitivos, poco nutritivos y sin supervisión”, revela una consulta de U-Report. La falta de regulación alimentaria y la escasa educación nutricional afectan tanto en áreas rurales como urbanas.

Víctimas invisibles de la violencia

En 2024, se reportaron 6.868 casos de violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes, 84 feminicidios y 38 infanticidios. Detrás de esas cifras, hay historias de niños que pierden a sus madres, mientras sus padres terminan en la cárcel. Es una doble orfandad que permanece silenciada.

Según Virginia Pérez, especialista en protección de UNICEF Bolivia, “el país necesita un sistema de protección más robusto, que priorice la atención integral a los niños y niñas afectados por violencia, desde el momento de la denuncia hasta su restitución plena de derechos. Hoy, las defensorías trabajan con personal insuficiente, contratos temporales y escasa articulación interinstitucional, lo que limita el acceso real a justicia y reparación”.

La encuesta nacional de U-Report revela, además, que 4 de cada 10 adolescentes no se sienten seguros ni siquiera en sus escuelas, y 2 de cada 10 ni en sus propios hogares, lo que muestra cuán extendida está la sensación de desprotección.

Un llamado urgente a la política y la ciudadanía

En medio de promesas electorales centradas en macroeconomía o seguridad, la niñez sigue siendo invisible en la agenda de los candidatos. “Históricamente no se la ha incluido porque no vota. Pero si no se invierte en ellos hoy, no habrá país que sostenga su desarrollo mañana”, afirma, Gregor von Medeazza, representante adjunto de Unicef en Bolivia.

La organización pide que los candidatos asuman compromisos concretos: consolidar un sistema de protección social sensible a la niñez, modernizar la educación, mejorar la salud primaria y prevenir todas las formas de violencia.

Bolivia se enfrenta a una encrucijada: seguir postergando a su infancia o construir, con visión intergeneracional, una sociedad más justa y sostenible. Porque si no se escucha a quienes no tienen voz, se condena el futuro de todos.

“La infancia no vota, pero es la única que puede transformar el país”, concluye el mensaje de UNICEF. ¿Quién se atreverá a escucharla?
 

 



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