14 de julio de 2024, 11:20 AM
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La idea de que China supere a Estados Unidos para convertirse en la economía más grande del mundo ha sido una obsesión para políticos y economistas por décadas. ¿Qué pasará, argumentan, cuando la economía de Estados Unidos, una de las más dinámicas y productivas, se vea superada por un régimen autoritario con una fuerza laboral de 750.000 personas?
Las predicciones sobre el momento exacto en que China arrebataría la corona a Estados Unidos se multiplicaron rápidamente con la crisis financiera de 2008-2009, que obstaculizó el crecimiento estadounidense y europeo durante años. Antes de lo que se conoció como la Gran Recesión, China registró un crecimiento anual del producto interno bruto (PIB) de dos dígitos durante al menos cinco años. En la década posterior a la crisis, la economía china todavía crecía entre 6 % y 9 % anual. Eso hasta que llegó el covid-19.
Como si la pandemia, cuyas estrictas medidas de bloqueo pusieron de rodillas a la economía, no fuera suficiente, la potencia asiática también se vio sumida en una crisis inmobiliaria. En su apogeo, el mercado inmobiliario chino suponía un tercio de la economía del país. Sin embargo, la normativa introducida por Pekín en 2020 puso límites a la cantidad de deuda que podían asumir los promotores inmobiliarios. Muchas empresas quebraron, dejando sin vender unos 20 millones de viviendas sin terminar o retrasadas.
Casi al mismo tiempo, el deterioro de las relaciones comerciales con Occidente también debilitó el crecimiento de la segunda mayor economía del mundo. Después de haber alentado el ascenso de China durante décadas, a finales de la década de 2010, Estados Unidos pasó a contener las ambiciones económicas y militares de Pekín, aunque sólo fuera para retrasar su inevitable avance.
¿Ha la economía de China alcanzado su techo?
El aparente cambio de suerte para la economía china fue tan marcado que hace aproximadamente un año surgió un nuevo término: «pico de China». La teoría sostenía que la economía china se veía ahora acuciada por muchos problemas estructurales, como una pesada carga de deuda, una ralentización de la productividad, un bajo consumo y el envejecimiento de la población.
Esas debilidades, junto con las tensiones geopolíticas en Taiwán y el desacoplamiento por parte de Occidente, que buscaba revertir su dependencia comercial con China, provocaron especulaciones sobre el retraso de la hasta entonces considerada inminente supremacía económica china, llegando a dudarse que se llegara nunca a producir.
Pero Wang Wen, del Instituto Chongyang de Estudios Financieros de la Universidad Renmin, en China, afirma en entrevista con DW que la noción del «pico de China», que la economía del país haya llegado a su techo, es simplemente un «mito». Y argumenta que la producción económica total de China alcanzó casi 80 % de la producción estadounidense en 2021.
Wang prevé que mientras Beijing mantenga «la estabilidad interna y la paz externa», la economía china pronto superará a la de Estados Unidos. Y destaca el deseo de millones de chinos rurales de trasladarse a zonas urbanas, donde aspiran a unos ingresos y una calidad de vida mucho mayores.
«La tasa de urbanización de China es sólo de 65 %. Si se calcula que alcance 80 % en el futuro, significa que otros 200 o 300 millones de personas ingresarán a las áreas urbanas, lo que generará un enorme aumento en la economía real», vaticina.
El crecimiento de la productividad ha «desaparecido»
Otros economistas, sin embargo, creen que los problemas que desencadenaron la narrativa del «pico de China» probablemente se estuvieron gestando durante varios años.
«La economía china creció tan rápido a principios de la década del año 2000 debido a la elevada productividad», explica a DW Loren Brandt, profesor de Economía de la Universidad de Toronto, añadiendo que esta fue responsable de alrededor de 70 % del crecimiento del PIB durante las tres primeras décadas de reformas en China, iniciadas en 1978.
«Después de la crisis financiera, el crecimiento de la productividad simplemente desapareció. Ahora es quizás una cuarta parte de lo que era antes de 2008», añade el experto.
Los observadores especializados esperaban que la reunión clave del Partido Comunista de China la próxima semana propusiera importantes medidas de estímulo para abordar los numerosos problemas económicos a corto plazo. Pero ahora piensan que Pekín, en cambio, se centrará en el crecimiento de ciertos sectores, como la tecnología avanzada y la tecnología verde, al tiempo que impulsará las pensiones y el sector privado.
La deuda total de China se han ampliado hasta alcanzar más de 300 % del PIB. Una gran parte se debe a los gobiernos locales. La inversión extranjera directa ha descendido durante 12 meses consecutivos, cayendo 28,2 % sólo en los primeros cinco meses de 2024. A pesar de las enormes inversiones para aumentar la producción de nuevas tecnologías, algunos de los socios comerciales de Pekín están restringiendo las importaciones chinas.
«Se trata de una economía que ha invertido enormemente (en investigación y desarrollo), en personas e infraestructura de primera clase. Pero no está siendo aprovechado de una manera que ayude a sostener el crecimiento de la economía», afirma Brandt a DW.
Consecuencias imprevistas del gobierno de Xi Jinping
Pekín, bajo el gobierno del presidente Xi Jinping, también ha avanzado hacia una mayor centralización de la economía a través de la propiedad estatal de las industrias. Los líderes de China decidieron que la próxima ola de crecimiento se construiría sobre la base del consumo interno, lo que permitiría al país depender menos de las exportaciones.
Sin embargo, muchos programas sociales no han seguido el ritmo del milagro económico de China. Los consumidores se muestran recelosos de recurrir a sus ahorros al ver que ya no pueden contar con más que una atención médica de bajo costo, así como la educación o unas pensiones estatales básicas. La riqueza de sus hogares se ha reducido hasta en 30 % como resultado de la crisis inmobiliaria, calcula Brandt.
«(La descentralización) durante las primeras dos o tres décadas dio espacio para que los gobiernos locales tomaran decisiones», añade. «China se benefició enormemente de la autonomía, la libertad y los incentivos que tenía, y del enorme dinamismo del sector privado. Estos problemas van a ser mucho más difíciles de revertir, especialmente bajo el liderazgo actual».
A finales de la década del 2000, el sector privado representaba cerca de dos tercios de la economía china, pero en la primera mitad del año pasado, esa proporción había caído a 40 %. El sector estatal y de propiedad mixta ha crecido mucho más. Si bien China tiene ahora la mayor cantidad de empresas incluidas en el ranking de corporaciones globales líderes de la revista Fortune, esas empresas son mucho menos rentables que sus competidores estadounidenses, que presentan márgenes de beneficio promedio de 11,3 % en contraste con 4,4% de las chinas.
¿Es China el nuevo Japón?
El gran temor es que todos estos factores puedan hacer que la economía de China siga el camino de Japón. Después de la Segunda Guerra Mundial, Japón experimentó un milagro económico, marcado por décadas de alto crecimiento que provocaron una enorme burbuja bursátil e inmobiliaria.
Algunos economistas predijeron que, en su apogeo, Japón superaría a Estados Unidos como la economía más grande del mundo. Luego, en 1992, la burbuja estalló, se perdieron fortunas y la economía cayó en picada. Desde entonces, Japón no ha logrado compensar varias décadas de crecimiento perdido.
Mientras tanto, los economistas chinos señalan que el PIB industrial del país ya duplica el de Estados Unidos. El crecimiento del PIB del año pasado, de 5,2 %, fue más del doble de la tasa de crecimiento de Estados Unidos. La economía del país asiático ya superó a la estadounidense en 2016 si se mide en paridad de poder adquisitivo (PPA, es decir, medida la producción en bienes, en lugar de en dólares).
«En los últimos 45 años, el desarrollo de China se ha enfrentado a muchos problemas económicos», afirma Wang a DW. «Pero en comparación con la depresión de hace 30 años, la elevada deuda de hace 20 y la crisis inmobiliaria de hace 10, el problema actual no es el más grave».