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26 de octubre de 2024, 9:00 AM

26 de octubre de 2024, 9:00 AM

Con tan solo 16 años, Milan Matkovic Barrón ha logrado convertir su amor por los animales y la naturaleza en acciones positivas. A pesar de su juventud, tiene claro su propósito y demuestra un gran corazón.

Es parte del refugio de animales del Centro de atención y derivación de fauna silvestre de la Gobernación, donde colabora activamente en el cuidado de animales rescatados.

Además, ha jugado un papel importante en la reforestación de la ciudad, habiendo plantado más de 3.000 árboles.

Inspirado por los valores de solidaridad y respeto que le inculcaron sus padres, Zvonko Matkovic y Patricia Barrón, Milan cree firmemente en que cada pequeño gesto puede contribuir a un futuro mejor para todos.

Con su entrega y compromiso, este joven de hermosos ojos color cielo, está dejando una huella positiva en su comunidad y más allá.
 
– ¿De dónde nace el amor por los animales?

Mi amor por los animales empezó con mi primera mascota, “Tonka”. Ella ya estaba cuando yo nací; fue mi amiga y compañera de juegos durante muchos años.

– ¿Este amor tan puro te hizo ser voluntario?

Desde siempre mi madre me enseñó a ayudar haciendo cosas. Desde niño íbamos con ella y mis tías a los refugios, a colaborar con los bomberos, plantar árboles y cosas así. En lo poco y en lo mucho, siempre se puede hacer un cambio para mejor. Así fue como empezamos a ir a este refugio para ayudar a un jaguar llamado Kobu (foto), y vimos que había muchos más animalitos.

– ¿Cuál es tu función en el refugio?

En este refugio, todos los animales son rescatados. El grupo de profesionales que los cuidan son buenísimo, son como una gran familia y tratan a todos los animales con mucho amor. Ver todo lo que hacen por estos animales es inspirador. Con su guía, puedo ayudar a alimentar a los diferentes animales, y también pude colaborar para conseguir los medios necesarios para que Kobu fuera llevado a un lugar más apropiado para él.

Milan Matkovic Barrón /Foto: Julio González
Amante de los animales. Milan junto al jaguar Kobu, al cual ayudó en todo su proceso/Foto: Julio González

– ¿Cuántas mascotas tienes en casa?

En mi casa tenemos un perro.

-¿Por qué crees que las personas abandonan a los animalitos?

Las personas que abandonan un animal son malas personas. Si ya no se puede, por algún motivo, tenerlos, lo correcto es buscarles otro hogar, nunca abandonarlos.

-¿Por qué es importante adoptar y no comprar?

Nosotros hemos tenido dos perros adoptados, Figgo y Lupe. Creo que, mientras las personas adopten más y compren menos, dejarán de tratar a los animales como objetos de negocio.

-¿Qué ha sido lo más difícil que has pasado en el refugio?

Lo más difícil de estar en un refugio es ver de cerca lo malo que las personas pueden llegar a hacer. Sin embargo, por otro lado, ver a las personas que están allí permanentemente ayudando te hace ver que la mejor forma de combatir los malos actos es con buenos actos.

-Si tuvieras que elegir un animal para que te acompañara toda la vida, ¿cuál sería y por qué?

Si pudiera elegir, sería mi perra “Tonka”. Tengo muchos recuerdos felices con ella, fue una gran compañera.

– ¿Crees que los jóvenes necesitan tener más empatía con estos seres tan puros?

Creo que todos los jóvenes deberíamos ver de cerca a estos animales y visitar estos lugares. Esa es la mejor forma de entender lo bien que se siente ayudarlos y lo mucho que nos dan.

– ¿Qué les dirías a aquellos que quieren seguir tus pasos y no saben cómo hacerlo?

Yo empecé yendo al refugio solo con mi madre, llevando comida para los animales, pero después se fueron sumando personas del colegio y vecinos que también querían ayudar. Es increíble ver cómo se va formando una cadena. Se puede empezar solo, y de uno en uno se van sumando más personas que también quieren ayudar. Les diría que la forma de hacerlo es empezando ya, sin postergar ni esperar a hacer un grupo, simplemente comenzando.

– Aparte del refugio y el colegio, ¿qué haces en tu tiempo libre?

En mi tiempo libre practico fútbol, voy al gimnasio y paso tiempo con mis amigos.

Hace años que sembramos árboles en diferentes zonas de la ciudad. Es algo que ya es una costumbre en mi vida. Lo he hecho con compañeros del colegio, amigos, y todo empezó como familia. Cada uno en mi casa tiene una especie de árbol, y mensualmente donamos 10 árboles cada uno. Parece poco, pero cuando lo haces durante 10 años te das cuenta de que, poco a poco, también se puede lograr mucho. Ya llevamos más de 3.000 árboles donados y plantados.

– Cambiando de tema, tienes unos padres valientes que han demostrado su fortaleza. ¿Qué has heredado de cada uno?

De mi madre heredé la resiliencia, su forma de siempre quedarse con lo bueno, su valentía y, a veces, su ironía. De mi padre, la lealtad y la firmeza. Y de ambos, el elegir lo que está bien por encima de lo que es conveniente.

– De niño entregaste una carta muy especial. Si tuvieras la oportunidad hoy de hacer lo mismo, ¿a quién le entregarías una carta y por qué?

Hace poco les entregué una carta a mis padres, y es a ellos a quienes les escribiría de nuevo una carta especial, porque no siempre les digo lo importantes que son para mí.

– ¿Qué queda del Milan de los siete años en el de ahora?

Del Milan de siete años quedan los buenos recuerdos, los malos ya pasaron y no quiero dedicarles tiempo ni recuerdos. El Milan de ahora eligió quedarse solo con lo bueno.

– ¿Cómo te ves de aquí a 10 años?

Espero, en 10 años, haber cumplido mis metas y ser exitoso, pero, sobre todo, ser feliz.

Milan Matkovic Barrón /Foto: Julio González

Milan Matkovic Barrón /Foto: Julio González

El guapo Milan es estudiante del undécimo grado en el colegio SCCS /Foto: Julio González

Milan Matkovic Barrón /Foto: Julio González



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