1 de abril de 2024, 4:00 AM
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La desforestación golpea a las principales cuencas del departamento cruceño. El río Piraí perdió 1.948 hectáreas de su bosque de protección, lo que equivale a un 62,65% del total de su cobertura arbórea; mientras que en el Río Grande fueron desmontadas 4.412 hectáreas, es decir, un 34,65% de los árboles ribereños.
Los datos fueron divulgados durante Foro Metropolitano Santa Cruz, realizado el 22 de marzo, donde el gobernador en ejercicio, Mario Aguilera, habló de la necesidad de encarar planes conjuntos, con los municipios de la Región Metropolitana, para restaurar los corredores verdes y proteger las cuencas hidrográficas, que han quedado vulnerables ante la creciente deforestación. El riesgo de inundación es latente si no se ejecutan planes de reforestación y proyectos de reforzamiento de los defensivos.
El gobernador Aguilera mostró un informe sobre el estado del bosque de protección del río Piraí, en los municipios de Santa Cruz de la Sierra y Porongo, que muestra que, de las 3.109 hectáreas de cobertura arbórea que había en las riberas, actualmente quedan 1.161 (37,35%) y 1.948 fueron desforestadas (62,65%).
En el caso del Río Grande fueron desmontadas 4.412 hectáreas (34,65%) y quedan 8.322 hectáreas (65,35%). “Uno puede decir que un 34,65% es un porcentaje menor, pero cuando se viene el río con 11 metros de altura queda demostrado que no es así”, dice Aguilera.
El informe muestra la situación de vulnerabilidad de ambas cuencas, pero, además, una violación a la Ley del Plan de Uso del Suelo (PLUS), a la Ley Forestal que protege la servidumbre ecológica de los ríos, entre otras normas.
De hecho, uno de los avisos que dio el Río Grande fue lo que ocurrió el 12 marzo, cuando la rotura de un dique en el sector de Montero Hoyos puso en apuros a las autoridades y obligó a realizar trabajos de contención con el uso de explosivos para reencauzar las aguas del Río Grande que amenazaban zonas pobladas.
La emergencia se produjo como consecuencia de un sembradío de yuca que llegó hasta la faja del río y vulneró un dique de protección. El yucal no abarcaba más de 1.000 metros cuadrados, pero terminó eliminando 900 metros de dique y exponiendo a más de 300 familias, manifestó el gobernador.
En la memoria de los cruceños también está presente el desastre que ocasionó el desborde del Piraí en 1983, cuando se salió de su cauce e inundó gran parte de los barrios, donde hoy se muestra la modernidad con grandes edificios. La bravura del río obligó al traslado de 3.000 familias damnificadas a la zona donde emergió el Plan Tres Mil.
Aquella tragedia es recordada cada vez que el Servicio de Encauzamiento de Aguas y Regularización del río Piraí (Searpi) emite las alertas por crecidas extraordinarias, como las que se lanzaron en esta temporada de lluvias. Esto, más aún, cuando saltaron las alarmas por una posible ampliación de la mancha urbana, que alcanzaría al Cordón Ecológico, esa franja verde que sirve de amortiguamiento al río Piraí. Estos árboles fueron plantados después de la riada de 1983.
“Esto (las emergencias en el río Grande) nos lleva a un análisis de las situaciones de emergencia que acaban de pasar. Son la consecuencia de la no administración de manera responsable de los recursos medioambientales en la Región Metropolitana y fuera de ella”, complementa Aguilera.
Los árboles ribereños tienen la función de fijar el suelo y protegen las cuencas de desbordes. Si se suma la superficie desforestada en el Piraí y en el Río Grande son 6.351 de hectáreas perdidas en ambas cuencas. Para restaurarlas es necesario plantar 50 árboles por hectárea, haciendo un total de 318.000 árboles que se requieren para reforestar la superficie afectada, dice el diagnóstico del Gobierno Departamental.
Con este fin, la Gobernación impulsa un proyecto con apoyo de la Unión Europea, pero insiste en que la protección de los bosques implica también un trabajo de concienciación y de complementariedad entre el sector civil y el sector público.
Proteger el Cordón Ecológico
En un foro anterior organizado por EL DEBER, entendidos en temas medioambientales hablaron sobre las vulnerabilidades del Cordón Ecológico que protege a la ciudad capital de desbordes del río Piraí, siendo una de las más grandes amenazas la deforestación.
La ingeniera ambiental, Santa Quiroga, manifestó que el Cordón Ecológico atraviesa su peor momento, y la respalda un monitoreo satelital multitemporal, que refleja la gravedad de la deforestación. “Hay asentamientos ilegales, construcciones y nueve ingresos o caminos abiertos para el acopio y transporte de áridos y agregados”, indicó.
Señala que existen normativas, como la Ley 1434, que permiten al municipio cruceño tener control sobre las actividades que se realizan en el río Piraí, dentro de su jurisdicción, pero las cosas no se toman en serio y no se regulan actividades, como la extracción de áridos y agregados, que se acopian en las orillas del río, y cada vez se abren nuevos caminos sobre el cordón. “Así comenzó el Ambrosio Villarroel y ahora tiene nueve puntos de salida del transporte. Eso lo tiene que controlar el municipio y no necesita una ampliación de la mancha urbana para tener tuición”, dice.
El arquitecto Fernando Prado observa que existe una presión enorme para urbanizar el cordón por el costo económico de los terrenos, porque está pegado a la zona “más cara de la ciudad”. Considera que, antes de ampliar la mancha urbana, es necesario aprobar un plan de ordenamiento para ese espacio que fije los usos de suelo, los límites y determine lo que se puede hacer y lo que está prohibido.
Luis Alberto Castro, pas-presidente de la Sociedad de Ingenieros de Bolivia (SIB), insiste en que se deben encarar proyectos para reforzar los defensivos, especialmente en sectores vulnerables. Si se diera otro turbión como el de 1983, el agua entraría por el punto donde está la propiedad de Ivo Kuljis, donde actualmente hay un asfalto, ya que la barranca en el lado de la capital cruceña es mucho más baja que en Porongo.
“Si no se hace el defensivo, el agua puede meterse frente a Mar Adentro, y por La Guardia en la brecha del gasoducto que va a Colpa Bélgica”, detalló.
Según él, algo que no se ha contemplado es que, a mayor deforestación hay mayor velocidad del agua. “La zona de inundación podría llegar al tercer anillo”, indicó, a tiempo de recordar que la pérdida económica sería peor que la del 83”, sostuvo.
El gobernador Aguilera señala que “toda planificación debe asentarse sobre el eje más importante, que son los corredores verdes” porque nada tiene sentido si no se logra una sostenibilidad con el medioambiente y la protección de los sistemas hídricos de la Región Metropolitana.
“Eso lo logramos con la necesaria protección de las 106.130 hectáreas de áreas protegidas que existen dentro del área metropolitana. Tenemos que lograr un equilibrio y administrar nuestro medioambiente de una manera más coherente”, indicó.
Insiste en que hay oportunidades para lograr esa sostenibilidad, como la gestión sostenible de más de 842.000 toneladas de residuos sólidos que tienen un potencial aprovechable de 435.300 toneladas al año.
El tema medioambiental fue parte del análisis del Foro Metropolitano de Santa Cruz, que tuvo como sede la SIB, y fue convocado por EL DEBER, el Instituto de Inteligencia Metropolitana, el Consejo Consultivo Técnico Departamental (CCTD) y el Centro de Estudios Populi.
El 25 de febrero de este año, el caudal del río Piraí estuvo a punto de alcanzar su crecida histórica. Llegó a los 7,30 metros, cuando el histórico en La Angostura fue de 7,50 metros, registrado en febrero de 2014. “Es un volumen impresionante y una muestra clara de que estamos siendo afectados por el cambio climático y que no estamos trabajando en las medidas correctivas para preservar los bosques de protección del río en el departamento, y obviamente en el país”, dijo el director del Searpi, Luis Aguilera. El río Parapetí también registró crecidas extraordinarias.