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19 de abril de 2024, 9:13 AM

19 de abril de 2024, 9:13 AM

Ensayo Festival de Música Barroca /Facebook de APAC
Ensayo Festival de Música Barroca /Facebook de APAC

En las tierras bajas del Oriente boliviano que formaron parte de las reducciones jesuíticas del siglo XVII, a la caída de la tarde, los pueblos se quedaban sin luz, encendían velas y se ponían a hacer música. Así mataban el tiempo porque no había muchas cosas para hacer.

La gente que solía dedicarse a la agricultura y al trabajo en haciendas locales, era también muy fiestera. La música era y es parte de su ADN, en sus huesos están tatuadas las melodías de instrumentos que ya existían antes de la llegada de los jesuítas a la Chiquitania: silbatos, sonajeros de calabaza y tobilleras con cáscaras de frutos, entre otros. 

Hoy violines, chelos y contrabajos que llegaron con los españoles son tal vez los instrumentos estrella de la música barroca misional que disfrutamos en cada versión del maravilloso Festival Internacional de Música Renacentista y Barroca Americana Misiones de Chiquitos, próximo a inaugurarse (este viernes 19 de abril), pero hay otros instrumentos nativos que no se volvieron a tocar y el recuerdo perdió la noción de en qué momento se les daba uso y hasta cómo sonaban. 

Según descripciones estampadas en «Instrumentos musicales de los chiquitanos», de Edgardo Civallero, los sacerdotes de la época dieron cuenta de las costumbres indígenas y dijeron que eran sociedades en donde la música jugaba un rol muy importante. «El día era inaugurado con música hasta que el sol había secado el rocío, y a la puesta de este, la mayoría se retiraba a descansar, pero los jóvenes pasaban buena parte de la noche bailando al son de los instrumentos«; y es que poseían el maravilloso don de expresarse a través de la música.

Los instrumentos de cuerda son barrocos, fueron introducidos por los misioneros jesuitas, pero este año, en al versión XIV del festival habrá una sorpresa: se ha rescatado un grupo de instrumentos nativos, que pasaron de estar en exhibición, a ser sostenidos entre las manos de los jóvenes estudiantes e integrantes del Coro y Orquesta San Xavier (fundado en 2003). 

«Los hemos revivido para revalorizarlos después de 300 años«, confiesa entusiasmado Eduardo Silveira, el director cubano radicado en Bolivia hace años, donde primero se enamoró de la cultura de las Misiones Jesuíticas y luego de su esposa, Carla. De esa unión salieron tres hijos bolivianos, con la misma fuerte impresión musical tatuada en los huesos.

El 23 y 24 de abril serán las presentaciones de la única ópera escrita en bésiro (lengua nativa) en el mundo, con los instrumentos ancestrales: secu secu, sananá y yaseromanka, entre otros.

Se trata de una obra anónima editada por el padre Piotr Nawrot (director artístico del festival), que data de 1740, aproximadamente. Es una ópera (obra dramática musical cuyo texto se canta con acompañamiento de orquesta) que dura unos 40 a 45 minutos.

Tiene canto y baile. En palabras de su director musical, es una ópera festiva: «era gente muy fiestera la de aquí, incluso en la misa había música alegre», destaca.

Según las investigaciones del director Silveira, estos instrumentos poco conocidos se los usaba en festejos y no se tiene certeza si en misas también. Y es que los conjuntos musicales chiquitanos solían tocar en la iglesia, donde se interpretaban sublimes textos litúrgicos y por otro lado, en fiestas en casas particulares y en cabildos.

La escasa bibliografía señala que se los interpretaba de forma individual y en muy pocas ocasiones, como la fiesta de Todos los Santos (1 de noviembre), en la de la Purísima Concepción (8 de diciembre), y a veces en fin de año. También se cree que los indígenas representaban esta ópera cuando llegaban visitas.

El director Silveira con un yaseromanka en los labios
El director Silveira con un yaseromanka en los labios

El rescate de los instrumentos nativos

«Son instrumentos ancestrales, lo que he hecho es revivirlos, valorizarlos, se sabe que se tocaron, pero la historia no sabe en qué momento los utilizaron hace unos 300 años, y aprovechando la obra de la ópera de San Francisco Xavier se me dio la oportunidad de incertarlos», explica Silveira.

Justifica que siempre ha buscado lo más genuino que se utilizó años atrás de la llegada de los jesuítas y durante estas misiones. «Los instrumentos estaban aquí, pero no se utilizan. Si supiera las peripicias de buscar que las nuevas generaciones conozcan este intrumento», dice señalando el sananá, hecho con tacuara y cola de tatú, que hace las veces de una corneta.

Para darles vida, acudió al único luthier (persona que construye, restaura, repara y ajusta instrumentos) en San Javier, un hombre habilidoso que tiene 70 y pico de años. 

Misiones jesuíticas /APAC
Misiones jesuíticas /APAC

Desde el 6 de enero empezaron los ensayos intensivos, cuando recibieron la partitura de la ópera de manos del padre Piotr Nawrot. A finales de ese mismo mes, el polaco, responsable de que la música de las Misiones de Chiquitos no se consuma en la humedad de un cajón y el mundo la pueda admirar, hizo la primera audición. «Quería ver si podíamos con la ópera, y bueno, por suerte que pudimos y desde ese entonces estamos trabajando», dice Silveira refiriéndose a él y 35 sonrientes muchachos de entre los 12 y 16 años.

¿Cómo va a sonar esta ópera con estos instrumentos? ¿Qué sensaciones transmite? «Es algo delicioso», se apresura a decir Silveira, justificando que aquello solamente se vive y se manifiesta en los pueblos, con sus orquestas locales.

Cuando el Festival de Música Renacentista y Barroca inició en 1996 había una sola orquesta. Actualmente son más de 40, cada pueblo tiene la suya

Sananá
Sananá

Los instrumentos rescatados que sonarán en el Festival:

Instrumento de viento. Es una bocina corta fabricada con un segmento de caña tacuara de 30 cm de longitud y un diámetro variable (entre 0,5 y 3 cm). En la parte delantera y hacia la mitad del tubo se abre un orificio en el cual se inserta una cola disecada de tatú (armadillo), adherida y asegurada a la caña con abundante cera negra (cera de abeja mezclada con carbón vegetal pulverizado) y que funciona como pabellón resonador. El sananá produce un único sonido, con un timbre similar al de una trompeta.


Secu Secu

Secu Secu

Instrumento de viento, tiene varios sonidos, consta de tubitos finitos (3 o 4) hechos de tacuara y emite sonidos agudos y graves. Suena diferente, de acuerdo a la polirritmia que se le haga (uso simultáneo de dos o más ritmos que no se perciben fácilmente como derivados uno del otro)Suena como un instrumento de fanfarría y saca un sonido largo.

Yaseromanka

Yaseromanka 

Se trata de una flauta de pan de hilera simple, provista de seis tubos de caña de pared fina, con longitudes que van desde los 10 a los 30 cm, sujetos entre sí con hilo de algodón. Emite un sonido más agudo que el de los anteriores dos instrumentos de viento.

Belleza musical que la gente no espera encontrar en el Oriente boliviano

Cada vez que las diferentes orquestas de la Chiquitania se presentan en el exterior causan sorpresa. En palabras del director de la orquesta de San Xavier, la gente no se espera este tipo de música porque la cultura que más se promocionó fue la altiplánica. Cuando la esuchan no lo pueden creer y los turistas llegan hasta Las Misiones con la sed de conocer ese maravilloso enclave donde se hace música renacentista barroca, que tiene 5.500 hojas de música sacra.  

«¡No estamos hablando de Europa, no estamos hablando de otro país, estamos hablando del Oriente boliviano!», reflexiona el músico nacido en Cuba y que también se formó en Venezuela, y que está perdidamente enamorado de la cultura y la música de las Misiones Jesuíticas, una joya que sale de la selva. 

Partituras musicales de las Misiones Jesuíticas /APACPartituras musicales de las Misiones Jesuíticas, se encontraron 5.500 /APAC

Un tesoro escondido en la selva boliviana

La tradición musical del Oriente boliviano ya existía antes de la llegada de los españoles, «nuestros pueblos eran musicales, tenían instrumentos de viento con los cuales hacían música», se adelanta a comentar Percy Áñez, presidente de APAC.

«Nuestra cultura no es musical porque vinieron los misioneros -obviamente tenemos una influencia misional increíblemente amplia, y también franciscana- pero la tradición musical del Oriente boliviano ya existía. Cuando llega el misionero se fusiona lo que había con lo que ellos traían y se complejiza, y se da inicio a lo que ahora se denomina en el mundo como el barroco misional«, empieza a describir Áñez, cuando se le pregunta por estos instrumentos de viento nativos.

También se esmera en darle su verdadera dimensión a la presentación de la ópera en bésiro que presentarán el 28 de abril. «¿Sabe usted que ese lanzamiento mundial es la única ópera en el mundo que queda en lengua nativa? No existe otra obra, otra ópera, otra misa en lengua nativa. Es un tesoro y ya no es solo de Santa Cruz, es del mundo», refuerza emocionado por tal proeza.

Y el hecho de que incorporen a los instrumentos nativos en el arreglo musical es novedoso en estos tiempos. Que las jóvenes generaciones los conozcan es el gran aporte, uno de los tantos a los que nos tiene acostumbrados el festival.

La identidd de la Chiquitania como otro polo de desarrollo

El presidente de APAC destaca que todo el esfuerzo de revalorización, que no se queda solo en la restauración de las iglesias de las Misiones, empieza a cosechar sus frutos. «Afuera (el festival) se lo conoce más que adentro como el más importante del mundo. Ya lo cruceño empieza a sonar, y se ‘brota pecho'». 

Describe que en el exterior ya se sabe que en Santa Cruz pasó un fenómeno increíble a finales del siglo XX, que se considera el hallazgo musical más importante del siglo y que ha transformado a la comunidad.

«Esto (la cultura musical de los pueblos del Oriente) reescribe lo que creíamos nosotros de la vida musical en esta parte del mundo. Se creía que Europa era el centro y ahora se puede decir que era América, porque Europa ya no tenía la capacidad económica para tener contratados a músicos a sueldo. En cambio, aquí había misas y conciertos grandiosos, Europa ya estaba en una especie de decadencia, ni siquiera el Vaticano tenía el poder económico para tener lo que se tenía Las Misiones», destaca Áñez. 

La música que se produjo en nuestra Chiquitania tenía la finalidad de honrar a Dios y pese a la expulsión de los jesuítas, la gente conservó el patrimonio del que hoy gozamos. «Guardaron las partituras, ¿como se explica que en la humedad, en los incendios, en los saqueos y pese a los buscadores de tesoro, nadie se las haya robado (esas páginas de música sacra)? Eso solo se explica porque la gente se había apropiado del patrimonio», hace notar Percy Áñez, a modo de darle una completa valoración y peso en la historia.

Y la cultura musical ha transformado a la niñez, que toca y que crece con la esperanza de que puede soñar una vida mejor y aspira a ganarse una beca para estudiar. Un niño, un adolescente en la Chiquitania tiene la posibilidad de aprender a tocar un magnífico instrumento que un muchachito citadino no. 

«Hay pueblos como Yaguarú o como Urubichá, donde el ratio de personas que leen la música y que tiene conocimiento avanzado sobre ella está en lo más alto del mundo, a pesar de todas las dificultades, de la falta de infraestructura y de la falta de recursos», destaca.

Orquesta San Francisco Xavier
Orquesta San Francisco Xavier



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