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24 de abril de 2024, 22:24 PM

24 de abril de 2024, 22:24 PM

Danza de los yarituses /Ricardo MonteroDanza de los yarituses /Ricardo Montero

El suceso fue sensacional. El pueblo se volcó hacia la plaza con la danza de los yarituses que, con todo su colorido, ingresaron al primer templo de la misión jesuítica para dar paso a la Orquesta y Coro de San Xavier para ver la “Ópera San Francisco Xavier”.

El día fue perfecto. La urbe xaviereña estaba impecablemente preparada para que nada falle, ya que por primera vez en más de 300 años, su música nativa fusionaba con la que trajeron de Europa, volvería a sonar.

Los músicos iban y venían en las calles de la plaza con prisa y ansiedad por la puesta en escena. Los funcionarios municipales también merodeaban el templo en los últimos aprestos. El alcalde, ansioso y tenso, no ocultaba su nerviosismo; mientras la gente del pueblo miraba de palco que la procesión, como dice el dicho, iba por dentro.

Cuando sonaron las primeras notas de la ópera, la música cantada íntegramente en la lengua nativa (bésiro) inundó el templo barroco. Era como si la pieza que faltaba en el rompecabezas se colocase en su lugar. Aquel monumento de casi medio milenio elevado en la selva chiquitana volvía a recordarnos que no se puede crecer sin identidad y nos invitaba a reconciliarnos con la cultura, allí en la mismísima cuna misional.

Coro y Orquesta San Xavier / Ricardo MonteroCoro y Orquesta San Xavier / Ricardo Montero

Cada pilar de madera torneada donde descansa el techo colonial grita que ser chiquitano le hace bien a la cruceñidad. Recordarlo, con la ópera chiquitana y los instrumentos autóctonos, es sembrar una semilla de identidad que se abre paso en tiempos de avasallamiento no solo territorial.

Cada músico, con vestiduras chiquitanas, ejecutaba su instrumento con inflada fe y esperanza de revertir lo adverso. El director, Eduardo Silveira desde el chello, marcaba los tiempos con gran deleite de la festiva obra sacra. El músico es cubano y lleva viviendo en San Xavier más de 20 años, es decir, compartía la desbordante emoción de sus dirigidos que prepararon la obra por 3 meses.

Otro detalle que valoriza la ópera es el hallazgo, restauración e inclusión de instrumentos nativos, como el sanana, una bocina fabricada con tacuara y cola de tatú disecada, y el yoresomanka o yoresoma, una especie de flauta compuesta por seis tubos de caña de diversas longitudes y otras piezas de percusión. 

La obra fue grabada oficialmente el pasado 12 de abril gracias a unos permisos gestionados con la universidad de Boston College, pero se conoce que la entrega oficial al mundo será en octubre de 2024.



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