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22 de mayo de 2024, 10:50 AM

22 de mayo de 2024, 10:50 AM

Ellas son madres que no miden el sacrificio para amamantar a sus bebés y vigilar incesantemente su evolución con la esperanza de llevar a sus hijos en brazos a sus hogares. Las bancas de la maternidad Pecy Boland se convierten en su cama durante días o meses. 

Katerine V. J. pasa sus días en los pasillos y el patio del maternológico a la espera de noticias de su bebé y sobre todo, para estar atenta al llamado para ingresar a extraerse leche y cargar en su regazo, aunque sea por un minuto, a su pequeño que lucha en la Unidad de Terapia Intensiva.

Tiene apenas 15 años, puso en pausa los cuadernos y desde el 8 de mayo esta madre adolescente prácticamente vive en el maternológico, donde dio a luz a un bebé sietemesino después de ser derivada de emergencia desde Minero.

“Se rompió la fuente, llegué un miércoles y al día siguiente me hicieron una cesárea. Lamentablemente mi bebé convulsionó al nacer y tuvo un derrame”, cuenta la madre primeriza.  En ese momento recibió la noticia de que su bebé tenía pocas posibilidades de sobrevivir, pero su fe y amor de madre hizo que no pierda la esperanza y ahora espera volver a casa con su niño en brazos.

Katherine está sola en la ciudad y le ha tocado dormir en las bancas incomodas de los pasillos del hospital hasta que tomó contacto con una amiga que le dio cobijo en su casa y le ayuda con mates calientes para que pueda tener leche. “Todo sacrificio es por amor”, dice.

Maternidad
Katherine y Kenia comparten sus preocupaciones, como lo hacen con otras mamás que están en las mismas condiciones  /Foto: Fuad Landívar

Kenia Arias (30) ya lleva una semana durmiendo en medio de incomodidades y buscando bancas y rincones que le brinden calor en estas noches frías. Ella llegó desde Tres Cruces el pasado 12 de mayo, porque se le rompió la fuente y tuvieron que hacerle una cesárea.

Solo tenía 28 semanas de embarazo, por eso su bebé es prematuro y le han dicho que deberá esperar por lo menos uno o dos meses hasta que se encuentre en condiciones de atenderlo en casa. 

Su corazón está partido, porque señala que ahora su bebé la necesita, pero también dejó a sus otros dos hijos de nueve y dos años con la abuela, “nadie puede reemplazarnos, porque no podrán amamantar a nuestros bebés”, remarca y añade que estuvo hospitalizada durante cinco días, pero luego le dieron de alta y ahora intenta recuperarse de la cesárea en los pasillos mientras aguarda el alta de su bebé, pero asegura que está dispuesta a esperar lo que haga falta para que su hija esté en buen estado de salud para irse a casa.

No es fácil estar en la maternidad, pero asegura que la trabajadora social las ayuda mucho con los permisos para usar los baños y las duchas. Además, también les dotan alimentación, pero señala que a veces se quedan sin comer porque no pueden llegar a tiempo por estar en los correteos que demanda estar pendientes de sus bebés. El martes pude alzarla por primera vez mientras las enfermeras cambiaban su camita. Esperaré lo que haga falta para que ella esté bien”, reitera. 

Como ellas, otras madres por ahora viven en la maternidad porque sus bebés, la mayoría prematuros, están internados en Neonatología u otros servicios y deben estar cerca ellos para hacerles acompañamiento, darles leche y comprar sus recetas y todo lo que se necesite. También cuidan mucho de su salud, porque no pueden resfriarse, porque eso les impide amamantar a sus pequeños.

En la maternidad las conocen como “mamás canguro” porque permanecen en el hospital con la esperanza de que en algún momento del día puedan cargar a sus bebés y tener ese contacto piel con piel con ellos porque saben que el regazo de la madre y la lactancia son fundamentales en su recuperación.

Otras madres pasan sus días en el pasillo de Neonatología, donde los apoyaderos de las ventanillas hacen de mesas para preparar y servir los alimentos y las bancas sirven de cama para el descanso. Cargan de un lugar a otro sus colchas, frazadas, bolsones y maletas, porque se ubican en la banca que esté disponible. 

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Deben darse modos para acomodar sus cosas en los pasillos y usan los apoyaderos de las ventanillas como mesas /Foto: Deisy Ortiz

También portan recetas que algunas no pueden comprar. Este es el caso de la familia de Nieves Chiqueno que tuvo gemelos y su hermana se mueve con una receta que le emitieron hace diez días. “Cuesta Bs 170 y no tenemos, dice que son unas vitaminas que necesitan los bebés. Solo pude conseguir para comprar la leche”, comenta la hermana de Nieves. 

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Esta mamá terminó el trajín de  y se va a casa con sus bebés en brazos /Foto: Fuad Landívar

La alegría de retornar a casa

Comparten angustias, pero también la alegría de los padres que dejan el hospital con sus bebés ya convalecidos en brazos. “Es una bendición y el mejor regalo para mi esposa en el Día de la Madre”, dice Leandro Méndez que, junto a su esposa Rosa María, abrazan la vida de Kailani y están listos para volver a su hogar, en Portachuelo. La bebé nació de ocho meses, estuvo tres semanas y dos días en la sala de terapia intermedia y fue dada de alta este martes. 

Casi al mismo tiempo, Edwin Camacho y María Katherine Ábrego también dejaron la maternidad llevando a su bebé, que estuvo casi un mes en este servicio.

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María Katherine y Edwin dejan la maternidad después de casi un mes /Foto: Fuad Landívar

Exigen un espacio para un refugio 

Los trabajadores de la Percy Boland se movilizan para exigir, entre otras demandas, la devolución del edificio donde funcionaba el Banco Regional de Sangre, porque eso permitirá descongestionar el área de Neonatología del maternológico y habilitar un ambiente para dar mayor comodidad a estas madres.

De acuerdo con el director Mario Herbas, ese edificio servirá para habilitar una residencia de madres, porque muchas mujeres llegan de las provincias y de otros departamentos en busca de atención. 

“Esas madres tienen que estar aquí (en la maternidad) porque deben dar pecho cada tres horas a sus bebés, entonces necesitamos una residencia para esas madres”, dijo el director al explicar que en este momento las madres se acomodan como pueden en el patio del hospital.



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