El alejamiento de un miembro del círculo más estrecho de colaboradores de un presidente es pocas veces tan reflexivo. El vocero de la Presidencia, Jorge Richter se va del gabinete y lo hace dejando su visión crítica acerca de lo que pasa en el momento político y de cómo éste está siendo conducido. Dice que el primer mandatario sabía hace tiempo de su decisión. El domingo publicó un artículo con observaciones puntuales y el lunes aceptó una entrevista con EL DEBER.
¿Cómo es que toma la decisión de alejarse del gabinete?
Las decisiones importantes siempre tienen que ser meditadas y eso lleva años al frente de la vocería (muy delicada y muy sensible) era un tiempo prudente y había tomado la decisión de acompañar al presidente hasta fin de año. Pero el país ha sido prematuramente electoralizado. Se dicen muchas cosas que causan daño a nuestra sociedad, a nuestro Estado, a nuestra política, al sistema democrático, a la calidad de vida de los bolivianos. Y creo que allí es importante reflexionar en voz alta, no sobre el análisis político de una persona, de un candidato, sino que quiero volcar el conocimiento que he adquirido para plantear soluciones antes que tanta pelea. Mi aporte será ese. Hablaré no de personas, sino en una mirada de Estado, de lo que la sociedad necesita y cómo Bolivia puede ser un país distinto.
Estamos en un momento complejo en el que hay crisis política y crisis social. ¿Cómo lo ve usted?
Nuestro país tiene problemas irresueltos desde hace décadas. Por ejemplo, la racialidad de nuestras relaciones sociales, políticas, económicas y culturales. Es un problema que no nos hemos animado a resolver. Hay otros problemas de data más corta, como la convivencia política y social, hablo de la necesidad de pacificar y de coexistir de una manera tolerante entre todos.
El MAS cumple 19 años de haber llegado al poder. En 19 años no podemos tener las mismas recetas, algo ha debido cambiar el país. Yo quiero reflexionar sobre eso en materia económica, institucional, de política internacional, social y de convivencia.
He dejado dicho que, por ejemplo, ya no podemos vivir en la dicotomía Estado-mercado, sino que existe un elemento que es fundamental y que es la sociedad. Ni ser mercadistas ni ser estatistas, la sociedad debe ser el fin de nuestras decisiones. Además, tiene que combinarse lo que es mercado con regulaciones: empresas públicas y privadas para perfeccionar el modelo económico.
En la coyuntura hay problemáticas, pero es importante reconocer las condiciones en las que el presidente tomó el país. Tras una ruptura institucional que nos ha dejado muy confrontados a los bolivianos, una pandemia que devastó la economía y una reconstrucción que se está dando. Las ansiedades por tomar el poder político son tan grandes que son capaces de destruirlo todo para tratar de posicionarse para más adelante.
¿Significa que el dogma ideológico le ganó a la realidad, a la atención a las demandas de la gente?
Hoy en día el debate no tiene sustancia ideológica. Son solo referencias de quienes se llaman izquierdistas o progresistas, libertarios o derechistas, y señalan al otro como la representación de todos los males, pero no hay fondo de filosofía política: qué Estado queremos ser, hacia dónde vamos.
Esto está ocurriendo hace muchísimos años, desde el tiempo del Estado neoliberal. Y eso nos hace volver a la confrontación.
No somos un número como sociedad, no nos expresa cuánto exportamos o importamos o la tasa de empleo. Somos una sociedad, ¿qué nos expresa? ¿Por qué, teniendo todas las posibilidades económicas, no logramos avanzar? ¿Por qué otros países se desarrollan más rápido? Soy boliviano y quiero un país con mejores oportunidades y con mejor democracia.
¿La confrontación se atiza de ambos lados?
Los bolivianos no tenemos antecedentes de haber construido una convivencia pacífica, ese es el problema histórico de los bolivianos. Lo que ha sucedido el 2019 ha exacerbado las diferencias. Unas élites contra otras, pero no hemos hecho el ejercicio de sentarnos todos en un gran diálogo, mirarnos de frente y definir cuál es la sociedad que queremos construir. El color de la piel no puede determinar quiénes son privilegiados o postergados; tampoco los niveles económicos o de educación. Pero esto lo tenemos que acordar. He hablado muchas veces del necesario espacio de pacificación.
Necesitamos estructurar un modelo nuevo que nos permita convivir a todos. Y esto es importante discutirlo ahora de cara al proceso electoral, porque si no lo hacemos, vamos a llegar al año 2027 sin resolver la crisis. Los que pagan son los sectores más vulnerables Y aquí cabe otra vez la misma pregunta: ¿por qué unos estados se desarrollan a una velocidad mayor?
Las propuestas no pasan por las obras materiales, sino por la convivencia, pasa por las oportunidades inclusivas en la economía y pasa por respetarse el uno al otro en un margen de igualdad que debemos trabajar constantemente.
¿Por qué no se queda a hacer estas observaciones desde adentro del gobierno?
Yo he hablado mucho a lo largo de tres años. He hablado mucho con los políticos de nuestro país y por supuesto con el presidente, con el vicepresidente, con el expresidente también. Estas cosas que menciono las he dicho, hacia dónde deberíamos caminar, pero por supuesto las autoridades tienen también su propia visión, su jerarquía de temas importantes, su idea del Estado que se quiere, de la política, de relacionarnos entre bolivianos. Uno, en este espacio llega a nivel de sugerencia, ya después si se recogen o no aquellas miradas o reflexiones, eso depende de las autoridades. Habrá algunos temas en los que se me ha escuchado y otros no. Eso es normal, no soy yo el que toma decisiones en el país.
En su artículo habla de los aduladores. ¿Eso está pasando en el Gobierno?
Yo no escribí mi artículo para una persona en específico, sino para todas las personas que están en puestos de decisión y allí hago una recomendación: no hay que rodearse de estos grupos que lo terminan adormeciendo y que lo distancian de la realidad y de la gente. Cuando la palabra crisis resuena demasiado, entonces hay que hablar con la gente, rescatar sus expectativas, preguntar qué país quieren. No te encierres en cuatro paredes, en unas cuantas personas que te están tratando de cerrar los canales con la ciudadanía. Esto les sirve a los alcaldes, gobernadores, al Estado central en cada espacio de decisión.
Esto que parece sentido común, muchas veces termina haciendo que las personas sean presas de estos grupos que yo llamo la mesa chica. No se puede ofender nadie por decir que nuestra democracia atraviesa un momento de mala calidad por estas razones.
La política es un instrumento increíble para construir y unificar a las sociedades, pero en las redes sociales se dan a la tarea de destruir.
¿Cómo reaccionó el presidente Luis Arce al saber su decisión de alejarse?
El presidente conoce esta decisión, la conoce desde hace tiempo atrás. Se va a consolidar en los próximos días de este mes de junio como tiene que ser. Si una persona quiere tomar un rumbo diferente, pues hay que respetar aquello. No puede entenderse que salirse es una salida de ruptura, de pelea o de dar un portazo. Yo tengo un respeto personal por el presidente. Más de una vez he agradecido la oportunidad de trabajar con él. Deseo que le vaya bien, deseo que cumpla su sueños y objetivos políticos, deseo que el país se beneficie de lo que él esta haciendo.
Hay muchas cosas en las que pensamos igual, hay cosas que él ha hecho y ha logrado mantener dentro de las imposibilidades que le quieren generar. Y esa coyuntura con la que él se encontró el año 2020, no le genera el tiempo seguramente para mirar los otros problemas más estructurales. Esto alguna vez lo hemos conversado.
No le quieren reconocer el esfuerzo de mantener un país estable cuando los otros países de la región están ganados por la inestabilidad.
El presidente sabe esto y seguramente nos despediremos amablemente, como corresponde. La política tiene que tener buenas formas. Yo lo vengo meditando y hago mis esfuerzos por ser mejorar cada día.
¿Qué hará hacia adelante?
En el tiempo venidero haré reflexión política en voz alta, hablaré de la Bolivia que necesitamos desde el punto de vista económico, político social y de la política internacional. Voy a dejar consejos para tener una Bolivia inclusiva, que se vea más lo que nos une.
Estoy cansado de tanta discusión estéril de izquierda y derecha, que después terminan demostrando que son lo mismo, que se odian, que tienen malas practicas y que terminan dañando a los bolivianos con debates estériles. El Estado tiene una gran potencia para transformar la vida de los bolivianos. La pregunta es ¿por qué, después de 42 años de democracia, no tenemos una democracia que se haya desarrollado al ritmo de otros países?.
Tenemos que encontrar una vía de llevarnos mejor, de desarrollarnos entre todos, de complementar nuestras iniciativas, lo público y lo privado, de respetarnos porque somos diferentes, pero somos bolivianos.
Llega el momento de sentarse a mirar nuestras diferencias para construir lo que nos une. Tenemos que hablar de cómo acabar con el déficit fiscal, cómo construimos empleos de calidad, cómo pagamos la deuda con nuestros ancianos…
Nos merecemos vivir en una sociedad mejor.